miércoles, 8 de octubre de 2014

Setas y mtb

Lo volví a hacer, cogí  la bici de montaña y disfruté. Sin presiones de ningún tipo, en solitario. Paraba cuando  quería, a veces también donde no quería. Me falta técnica para subir por según que sitios. En otros me faltan fuerzas, lo mismo que para las bajadas.
Tengo unos meses por delante en los que intentaré mejorar. 

 Pedazo de ¿? Ni idea

 El Pi gros

 Posando en su hábitat

 La ciudad recién lavada

 Ni idea de estos

 Barro superadherente

 ¿Qué pasa tronco?

 Foto de familia, jajaja

¿Por aquí se ha de pasar?
 

El día amaneció tormentoso. Tanto que volví a meterme en la cama. En cuanto oí que dejó de llover, a la calle. Tomo camino del Purgatorio, duro, duro. El suelo húmedo no me ayuda a mantener la vertical y he de poner pie a tierra. Cuando llego a la Clota, sigo por los senderos, tampoco quiero arriesgar mucho y pegarme la gran torta el primer día. A pesar de ello, tengo varias caídas tontas de esas en parado donde lo que más dolorido queda es el orgullo.
Llegando al merendero de Olesa, paro a comer un plátano y empiezo a pensar en la vuelta. Ya se ven ciclistas, que como yo, hoy acabarán hasta arriba de barro.
Vuelvo desandando el camino, pero bajo por la carretera y en el Jabalí, veo que la lluvia ha hecho canales profundos, terreno perfecto para intentar mejorar mi patética técnica de montaña.
Después de la bajada, paso por el lavado para quitar los tres kg de barro que lleva la bici encima y no dejar la casa como un lodazal.

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