La clásica de Pailheres ya se ha celebrado. Este año ha podido contar con la participación de un invitado de lujo, yo o quien os pensabais si no, jajaja. Tras el madrugón y cargar las bicis en el coche, viaje hasta Puigcerdá donde nos vamos a encontrar todo el pelotón, por que hoy somos un verdadero pelotón, hasta 16 ciclistas más acostumbrados a pedalear por la costa que por las alturas.
Descargamos las bicis y las ponemos a punto. Les espera un buen tute y a nosotros también. El día empieza bien, J. Serra me regala una gorra y decido llevarla puesta y darle un buen estreno.
Psh, psh, psh... hasta 8 bares no más!!!
La Orbea de David
La Chinarello de J. Serra
La Chirvelo de Eric
A la conquista de Francia
Mientras el día se va calentando, nosotros empezamos a subir por el Col de la Perche, enseguida se nota que estamos en otro país, con otra mentalidad respecto al ciclista y eso que nosotros no lo ponemos fácil a veces cuando casi ocupamos todo el carril.
La otra Llacuna
Seguimos todos juntos y llegamos a Formigueres, aquí paramos a llenar bidones, Baqués asalta la boulangerie, otros buscan algún rincón discreto para... ya sabéis, así que para la foto, salen los que salen.
Stelvio squadra corse, vaya equipazo!!!
Gaspar y Pedrillo entre las flores
El día caluroso camino del siguiente puerto el col de Hares, si vosotros no lo habiais oído nombrar, yo tampoco, pero después del sábado, tardaré mucho tiempo en olvidarlo, luego sabreis por que.
David pensando en un granizado fresquito
Después de una bajada en la que mis frenos chillan más que la mona de Tarzán, tomamos el desvío hacia Pailheres, un paisano nos suelta una retahíla en francés. Como sonríe y no le he robado nada de su huerta entiendo que quiere decir algo así como: "Buena suerte y estáis como cabras con la que está cayendo queriendo subir este coloso"
"Que buena suerte, está abierto" ejem, ejem
El último compañero de viaje, a partir de aquí solo
Y acababa de empezar el puerto
Los carteles me desorientan
Como un buen puerto tour, el asfalto está pintado con los nombres de nuestros ídolos, tengo tiempo para pensar en miles de cosas mientras me retuerzo curva tras curva, el ritmo de pedaleo es pfff, la velocidad media de subida es pfff, pfff pero aquí sigo, engañándome a mi mismo con esas frases tan típicas del ciclismo, en la siguiente curva afloja, aquí sombra, la clave es no poner el pie a tierra y de momento lo estoy consiguiendo.
Mi vecino pasó por aquí
Llego a la zona de las paellas, estas no son de pollo ni marisco. Son de desnivel puro y duro. Viendo las fotos antes de venir, me parecían asequibles, más llanitas, como cambia la perspectiva
Como se retorcía la carretera
Que largo se me está haciendo
Pero como no hay mal que cien años dure, se acabó. Por fin pude hacerme la dichosa foto. Aunque sonría os confesaré que estaba hasta las narices de subir.
Reto superado
Aquí el grupo se dividía, David y yo optábamos por la corta y el resto bajarían por la otra vertiente y subirían el Col de Pradel
Buena suerte chavales
Lo que costó subir, se baja en un momento, mis frenos anuncian mi llegada en cada curva y despiertan a una criatura que habita en los bosques franceses, tiene muchos nombres pero Perico lo llama Monsieur Massó y a mi me arreó con todas las ganas subiendo el Col d'Hares.
En pleno ataque
Lo paso mal, muy mal. Tanto por lo que estoy penando, como por saber que David va por delante y soy un lastre para él. Por si fuera poco, el aire se despierta y como no puede ser de otra manera empieza a pegar de cara. Me obligo a continuar y llegamos a Formigueres. En la misma boulangerie de por la mañana, asaltamos y recargamos los depósitos
La recompensa
Ya con más ánimos y fuerzas renovadas continuamos, bordeamos el lac de Matamale, mientras vamos ganando altura y el viento se convierte en nuestro tercer compañero de viaje
Que bañito me daba...
Ganando altura
El aire caliente, nos reseca y nos frena a la vez, David asume la cabeza y me refugio detrás de él por que no estoy para muchas alegrías.
Largas rectas hacia el final del camino
Cuando entramos en Puigcerdá, mi alegría es completa por que hemos disfrutado de una jornada de ciclismo épico. Ya sólo quedan 364 días para la siguiente clásica. ¿Os apuntáis?