martes, 11 de abril de 2017

Brevet 300 la Fuliola

Confirmado, la Van Nicholas es una bestia brevetera. Resistente y cómoda. Hay bici para rato. Llegué a la Fuliola con un montón de dudas, sobre la bici, la ropa a llevar y si el coco sería capaz de reengancharse al sufrimiento de tantas horas de sillín.
Salgo de verano con manguitos y perneras. Pasaré un poco de frío al principio, pero luego creo que lo agradeceré.
Saludo a Alex, con el que había coincidido en la PBP y nos ponemos al día. Entre Sta Coloma de Queralt y la Llacuna, me quedo solo, en el llano aguanto bien a casi cualquier grupo, pero a la que el desnivel empieza a acumularse, me pongo reservón. Pienso que es la forma de no quemar las piernas inútilmente. Esto es un trabajo de fondo.
Paro a sellar en una gasolinera de Vilafranca, mientras me como un bocadillo de los que llevaba, veo pasar a cuatro de Calaf y menos de un minuto después casi todos los participantes que quedaban, comandada por Francisco, de la PC Barberà, un maestro en esto de llevar a la gente a buen puerto.
Con una sensación de agobio increíble, pienso que los siguientes 200 km me los voy a pasar en solitario. Por si fuera poco, Vilafranca se convierte en el laberinto del minotauro y me lío para coger la carretera de la Munia. Adios a mis posibilidades de reengancharme. En esos momentos, echo de menos una radio o algo de música. Procuro no agobiarme. Cuando queda tanto, lo mejor es desechar pensamientos negativos.
En el final de un repecho, como el calor empieza a apretar, paro a quitarme braga, perneras y manguitos. Me alcanzan Jaime, Josep y Xavier. Bien, no solo eso sino que me informan que el gran grupo va por detrás. Buenas noticias. Seguimos yendo los 4, en los repechos me quedo un poquito, nada serio, pero lo justo para forzarme en no perder el grupo. Pasado el control de la Riera de Gaià, Xavi pincha. Comenta que es la segunda vez y que lleva varios pinchazos en esta semana con diferentes ruedas. La maldición del ciclista o no pinchas o en una semana te hartas.
Decidimos parar en Vila rodona a comer. Llevaremos dos tercios y la parada se agradecerá a nivel físico y mental. El restaurante a pie de carretera está a tope. Buscamos un bar en la plaza del Ayuntamiento. Bocatas y bravas nos recargan las pilas.

Recén comidos y contentos

Reemprendemos la marcha, aquí Jaime desenfunda su palo selfie y nos graba en marcha. Un lujo contar con un reportero como él.


El reportero infiltrado

En el desvio hacia Biure, otro rampón de hormigón, Jaime decide esperar a Josep y Xavier que tenían otro problema con la rueda. Yo con mi trote cochinero en subida le digo que ya me alcanzarán. El recorrido no para de subir. Tengo memorizada una cifra 845m. Son los metros hasta los que tendré que ascender y eso está pasado Forés, un pueblo que me suena y no sé de que.
Control de les Piles, km 219 y no hay ningún sitio en el que sellar. Pues foto al cartel con la cartilla y para delante.
Conesa y Forés, ya sé. Murs de Cervera 2016. Rampones de hormigón, al fin caí en la cuenta. Por suerte no nos pasan por el pueblo. A partir de ahí, desvío hacia Belltall. Parque eólico. Truco, cuando los aerogeneradores te dan la espalda, el aire te da de cara. Avisados estáis. Afortunadamente la cosa va en descenso ya. Vallbona de les Monges.Toca sello y de paso recargar bidones. El camino a Mollerussa es una alfombra para mí, ligero descenso, viento a favor, ideal para rodar y rodar.
Mollerussa, último control antes de terminar. Aquí tomo un gel, el primero del día. No quiero que mr Massó me pegue a estas alturas del cuento. Me fijo como objetivo terminar antes de las 20:30. El porqué, no lo sé, pura motivación para no bajar el ritmo pensando que esto ya terminó. El caso es que sí, a las 20h14'  llegué a la Fuliola, de donde salí 14 horas antes.
Rápido aseo y para casa.
El lunes salida a rodar suave para que las piernas se oxigenaran después de la paliza.

Soñando con Roubaix,quizá algún día...

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