Esa era una canción tontuna que seguramente os perseguirá durante el resto del día, no me des las gracias, jajaja. Luego vereis el porqué del título.
Convocatoria multitudinaria el sábado, Eric y Daniel, más el redactor de esta humilde crónica. La ruta a seguir tenía bastante desnivel para estas alturas de la temporada, empezamos con las Costas para no perder la costumbre.
Daniel con su planta a lo Wiggins
Vamos huyendo del calor y parece que lo conseguimos, Canyelles en enero tiene que dar miedo por el frío, pero ahora es una delicia rodar por la variante, ambiente fresco y sombreado. Paramos en la subida a Gelida, cola rápida llenar bidones y a continuar camino... pero en una terraza vemos una fiera de otro planeta.
Lástima del tendido eléctrico
Pues mientras nos preguntábamos quien podía tener semejante fiera en el balcón... Fue el propio balcón el que nos dio su nombre.
No tiene desperdicio
Reanudamos el camino y nos pasa un triatleta, de los de verdad, rodando acoplado en esa carretera revirada y con un avión que volaba bajo.
Apretándonos las tuercas.
Por suerte, ejem, ejem, tomamos el desvío a la Creu d'Aragall y nos despedimos de él. Daniel estrenaba el compact en una salida larga y después de un parón, eso se nota. Nos cruza de bajada Sergio, otro Tri superclase que nos acompañó en alguna brevet el pasado año.
El último esfuerzo
Ya de bajada, por Pallejà, no había mucha gasolina, así que decidimos recompensarnos con una clara fresquita nada más llegar a Castelldefels.
Otros 100 y algo a la saca
Las niñas a la sombra
No hay comentarios:
Publicar un comentario