Si durante estas últimas semanas has visto un rayo de sol, has tenido suerte, si ha coincidido además con tu tiempo para la bici, más afortunado aún.
La rutina de preparación de tu equipación y tu máquina, ha adquirido una nueva pauta. La búsqueda de la previsión del tiempo.
Revisas como el perro de los seguros varias webs hasta que encuentras la que te da el porcentaje más bajo de probabilidad de lluvia y te aferras a ella. Te levantas por las mañanas mirando al cielo. El hombre del tiempo se encuentra en tu casa con un silencio casi religioso y tú con los dedos cruzados no te pierdes ni una de sus palabras y... Ay del que hable mientras el gurú de las isobaras esté en pleno sermón!
Si fuera por los ciclistas el mundo sería un desierto y sólo querrías que lloviera el día que tú no puedes salir y el resto sí.
Carretera ideal para ciclistas
Sábado
Punto de encuentro
Con la salida del sol, camino al punto de encuentro, creo que hoy no me mojaré. Somos dos de la partida, David y yo. Vamos subiendo camino del Bori con pausa, tranquilamente.
La máquina
La temperatura es agradable y el ritmo está en el famoso "umbral de cháchara" que es la velocidad a la que puedes pedalear sin jadear como un perro y hablar a la vez. Bueno para los capilares. Llegamos al asfalto, para ser sábado a estas tempranas horas el tráfico es intenso, no sé si habrá setas y jabalís para tantos.
Potencia a tope
Hoy no llevo el GPS, bueno sí, pero en su versión humana que se conoce todos esos caminos senderos y trialeras, así que simplemente me tengo que limitar a seguirlo y no es cosa fácil, el tío baja como un tiro y sube rápido. Llevo una música constante que suena por la zona de la rueda trasera. Salimos al asfalto y nos pasa uno que aprovechando la pendiente, se marca una pasada, para estas cosas David y yo somos iguales con una mirada nos entendemos, clac, clac, piñones abajo y nos dura un suspiro. Las cunetas y los inicios de los caminos llenos de coches de boletaires ávidos de presas. Yo no sé si habrá para tanta gente. Llegamos a Olesa y paramos a desayunar. La butifarra está de miedo. A la salida, él que es más manitas intenta quitar el ruidito desmontando la pinza de freno para llegar a la conclusión que casi no tengo pastillas y aún queda el descenso...
La bajada del Purga está señalizada con carteles de batida de jabalí. Los agentes rurales vigilan la zona y cada cincuenta metros hay un tipo con una escopeta. No me gusta esa sensación, las armas las carga el diablo y aquí hay muchas. Me da que con el chirrido de mi freno trasero el jabalí más cercano andará por Corbera por lo menos. Una vez abajo, intercambiamos las bicis y me recoloca el sillín intentando que aplome más hacia adelante y mis "joyas de la corona" no sufran más de la cuenta. Hoy me acompaña para comprar lotería de Navidad de los Stelvio. Como nos toque, los chinos se van a quedar sin carbono durante una temporada.
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